CUANDO LA HUMANIDAD AMABA AL ÁRBOL

(English here)

Por una vez no voy a dedicar (directamente) mi artículo al bosque, a los árboles ni a la naturaleza. Es más, se lo voy a dedicar, con gran reverencia y maravilla, al humano. Solo que, como no podía ser de otra manera, a un tipo de humano que parece haberse extinguido, un humano del que quedan, como por error evolutivo de nuestra especie, algunos pocos individuos, destinados a desaparecer como el meñique de nuestra mano. El humano que una vez fuimos, que una vez amó al árbol.

Y para comprender el sentido de este artículo hay que entender que lo que se mencione aquí no es la realidad, sino la visión que una vez tuvimos de los árboles.

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No hace mucho que la humanidad rindió adoración y pleitesía a la Naturaleza, la venerábamos con amor, respeto y deleite.
Comprendíamos su regalo, lo valorábamos y nos sabíamos deudores desde el nacimiento hasta la muerte.

Y de igual manera, no hace mucho le otorgabamos al árbol significado en los ámbitos cosmológico, mítico, teológico, ritual, iconográfico.

«El Árbol» de Isabel Uría Maqua
Desde los tiempos más remotos, el árbol, por su propia forma y sustancia (porque es vertical, crece, pierde las hojas y las recupera una y otra vez), representa para el hombre al cosmos vivo que se regenera incesantemente, a la vida inagotable, a la inmortalidad. El árbol-cosmos puede convertirse, en otro plano, en el árbol de la «vida sin muerte», viniendo a simbolizar, por todo esto, la realidad absoluta.

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Como realidad absoluta representa también lo sagrado, y como tal, el hombre veía en el árbol el símbolo del centro, que por su verticalidad se mostraba como el eje del universo (árbol axis-mundi), capaz de unir el Cielo, la Tierra y el Infierno, una columna que sostiene el mundo.

Los follajes exhuberantes y abundantes en hojas nos hicieron darle al árbol otra simbología, la del propio paraiso.

Sus ramas crecientes le otorgaron la significación de la ascendencia y la trascendencia.

«El símbolo del árbol» de Johnny McClue
Y del árbol cosmogónico podemos pasar a árboles más concretos, como el Árbol Ancestro, la representación antropomórfica de nuestro pasado o nuestra futura reencarnación, el Árbol Hueco, en el que se enterraba a los muertos para que volvieran a la Madre Tierra y fueran engendrados de nuevo, el Árbol Invertido, «Lo que es Arriba es Abajo», el Árbol Fractal Universal, el patrón con el que se manifiestan los árboles, los truenos, los rios, las ramificaciones nerviosas y las venas y las arterias entre otros sistemas naturales, etc.

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«Simbología: El Árbol» de Eterno Retorno
El árbol se considera también símbolo de la unión de lo continuo (tronco) y lo discontinuo (ramas y hojas).

El árbol se asimila a la (diosa) madre, al manantial, al agua primordial. Tiene toda su ambivalencia: fuerza creadora y captadora, nutritiva y devorante.

El árbol crece arraigado a la tierra y asciende al cielo. Su tronco soporta el viento fuerte, la tormenta y la fuerza del sol. Se nutre de la tierra, del aire, el agua y la luz solar. A su vez, le da a la tierra su alimento en forma de hojas y ramas, nutriéndola para que sea fértil. Ayuda al aire a mantenerse vivo y colabora con el agua para que llueva, y, en armonía con el medio, todo lo da y todo lo recibe. Si se prende fuego, da calor a los seres. Da sus frutos para que todos se alimenten. Vive en un ciclo eterno de dar y recibir. Participa del cosmos, siendo uno y parte de todo, en confluencia.

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El árbol de la vida. Wikipedia.
El hombre vió en el árbol un arquetipo, un patrón ejemplar del cual otros conceptos se derivaban.Ceiba, árbol maya de la vida.Existen ejemplos de esta visión maravillada en todas las épocas, culturas, geografías y religiones. Existen árboles de la vida en las mitologías persa (el Gaokerena), egipcia (el sicomoro), armenia, asiria, china, escandinava (Yggdrasil), en el Bahaismo, en el Budismo (el árbol Bo, o Ficus religiosa), en el Cristianismo, en las religiones más recientes, en el paganismo germano, en el Hinduismo (Akshaya Vata), en el Islam, en fuentes judías, en la Cábala, en las culturas precolombinas mesoamericanas, en Oriente Medio, en Norteamérica, en el mundo turco.

Son árboles de la vida la Thuja or Arborvitae, el árbol de Tule, el Cocotero, la Moringa Oleífera o «árbol milagroso», el Tepuy Autana de la tribu Piaroa.

«Símbolos celtas: el Árbol de la Vida y la Rueda Celta del Año» de Ekratos.
Pero, entre todas las culturas, tal vez la más popularmente conocida por otorgar una importante relevancia a los árboles sea la Celta, siendo precisamente el árbol de la vida uno de sus símbolos más representativos, y estando la vida de sus individuos íntimamente relacionada con los bosques.

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Para ellos cada especie de árbol tenía, además, un significado concreto.

Curioso (y promotor en parte de este artículo) es el hecho de que el concepto etímológico de ‘druida’ (druid), ‘verdad’ (truth) y ‘árbol’ (tree), se entrelacen a lo largo de su camino en sus diferentes idiomas de origen, el indoeuropeo, el griego, el anglo-saxón, el galés, el celta y el antiguo celta.

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Del francés ‘druide’, del Latín ‘druidae’ (plural), del galés ‘druides’, del compuesto celta *dru-wid-, representando probablemente el viejo celta *derwos «verdadero»: *dru «árbol» (especialmente roble) + *wid- «saber». Por lo tanto, literalmente, tal vez, «los que conocen el roble» (tal vez en alusión a la adivinación de muérdago). El anglosajón también usaba palabras idénticas para significar «árbol» y «verdad» (treow). (‘druid’ de Online Etymology Dictionary)

La  palabra ‘dru’ se relaciona con una raíz indoeuropea *deru (estar o ser sólido y firme), presente en el griego *dendron (árbol), y por ejemplo palabras derivadas como dendrología o estudio de los árboles. (‘druida’ de Etimologías dechile.net)

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¿Dónde ha ido a parar ese hombre amante de los árboles, que los identificaba con la verdad, y comprendía el universo y la vida a través de ellos?

Uno de los pocos testigos capaces de dar testimonio de su existencia, reavivando aquella profunda y sincera adoración, es, como no, un árbol, Matusalen, con más de 4.000 años, uno de los seres vivos más longevos del planeta.

¿Quien sabe si su longevidad pudiera tener algo que ver con algún tipo de esperanza que lo mantiene con vida, solo por volver a sentir el aliento amable de aquellos humanos que lo amaban y a los que añora y espera pacientemente?

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3 comentarios sobre “CUANDO LA HUMANIDAD AMABA AL ÁRBOL

  1. Interesante artículo. Cambios rápidos y radicales en las sociedades actuales. Soy de los antiguos. Oraginario hace 72 años de una pequeña población….llanos, bosques, ganado…dias enteros de mi infancia cuidando el ganado durante el invierno en el bosque…..desde entonces amor por los árboles……he plantado cientos de ellos donde he vivido……y ayer precisamente trasplante docenas de encinos y robles en un pequeño espacio de bosque. Felicidad completa aunque ya nos los disfrutaré…..lo hago por placer y porque mis hijos reciban esta herencia de la naturaleza.

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    1. Gracias por tu comentario Gumaro. Lamento la imperdonable tardanza en responderte. Qué gran historia la tuya, qué hermoso ejemplo. Ahora que yo misma disfruto de la experiencia de la tierra en mis manos y la naturaleza en mis ojos y en mi corazón, qué gran privilegio que aun no todos comprenden ni valoran el vivir de forma tan directa con los seres que nos donan sustento. Retornará el hombre a reconocimiento, a la consciencia de su deuda con la naturaleza? El testimonio de personas como tú son la única esperanza. Un gran abrazo!

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