AUTENTICOS MORADORES. MORIA CHAPPELL.

AUTÉNTICOS MORADORES

Los bosques necesitan auténticos moradores. Todo el mundo puede caminar entre los árboles de un bosque, pero no todo el mundo es capaz de entrar realmente en el bosque. Esto no quiere decir que haya quien no lo merezca. Sólo significa que volver a un estado en el que, por ejemplo, apreciemos el oxigeno como el aliento de las hojas verdes, no es ni un camino fácil ni se nos presenta a simple vista. Sólo los auténticos moradores de los bosques pueden conducirte a ese estado. Este es un muy buen comienzo: darse cuenta de lo importante que es encontrar a un verdadero morador del bosque alrededor de ti. El segundo paso es identificarlos. Tal vez tú eres uno de ellos, y sin embargo no lo sabes aun…

Así pues, ahora vamos a entender por qué esto es tan importante … Esto es tan importante porque, gracias a ellos, se puede volver de nuevo al bosque. Pero tal vez, en este punto, hay que parar y permitir que averigües, por tu cuenta, e incluso si este es el momento adecuado, la razón por la que es tan importante, para ti, el volver de nuevo dentro el bosque. Intenta descubrirlo.

Mientras tanto, te presento un buen montón de ellos, de verdaderos moradores de los bosques, porque esa es la mejor manera que tengo para ayudarte a entender cómo son y cómo se puede identificar a uno…

MORIA CHAPPELL

Con Moria se completa un círculo mágico en nuestro bosque. Un círculo de descubrimientos, música, danza, cultura, sensaciones y sensibilidades.

Una imagen suya lo inició todo. Una imagen arquetípica, con un fuerte impacto visual, con reminiscencias de culturas ancestrales atravesando el lenguaje, el simbolismo, el tiempo y el espacio. Una imagen que era imposible que me dejara indiferente. Imposible.

Demasiadas cosas convergían en esta imagen como para no empujarme a caer en otra de mis preciadas «madrigueras de conejo». La descubrí a ella, su danza, a otras como ella, otras músicas, músicas que me llevaron a otras culturas, otros pensamientos, otros lugares, otros recuerdos, recuerdos de otros que resultaron ser también míos. Los redescubrí, los reviví y comprendí mi presencia en ellos. Restauré vínculos, restauré conexiones, mis pies se desnudaron para posarse firmes en mi esencia, en mi ser y en su lugar. Y ese lugar era el bosque.

¿Qué más puedo añadir para expresar lo agradecida que estoy?

Y ahora, tras años de esta primera imagen, otra imagen llega a mí, sin buscarla, una imagen con la historia de Moria. De nuevo una imagen y una historia que no me dejan en absoluto indiferente, pues le hablan a nuestro bosque, y nos descubren que ya formaban parte de él.

«Mis padres construyeron y me criaron en este castillo en el bosque, mis amigos eran los árboles y las setas… Aprendí a bailar alrededor de un fuego en el patio trasero… Los pies en el barro, la luna sobre la cabeza, ranas de árbol cantando al ritmo de los tambores. La puerta roja te guía a casa…«

«Mi infancia es muy singular. Crecí en un estilo de vida muy bohemio y artístico, y mis padres fueron contra-cultura en el sentido de que no querían necesariamente tener un coche, tener una casa, tener un trabajo, sino que querían experimentar la naturaleza, junto con la verdad y la belleza que hay en ella.

Así es que… ¡nos mudamos al bosque! Y todos vivimos en una tienda. Mi padre construyó una habitación y todos nos metimos en ella, y añadió otra habitación, y otra habitación, y construyó la casa con forma de castillo. Y tuvimos música, y bailamos fuera por la noche, y con las estrellas alrededor … y la luna salía y encendíamos un fuego, con lo que mi experiencia temprana de danza realmente nunca fue para una audiencia per se, fue una danza para las estrellas, las ranas y los grillos, y bailabamos juntos.

Y luego estaba aquella sensación de estar fuera, con la brisa en tu piel, con los tambores sonando sin preocuparte por el ruido, por la ciudad o algo así, y eras sólo tú, en el bosque, con tu familia … algo que yo creía que era de lo más normal sin saber que no lo era en absoluto, hasta que lo dejé atrás.»

No creo que Moria haya abandonado nunca el bosque ni el bosque a ella. No creo que ese vínculo desaparezca jamás.